Trabajo de campo: BAFWEEK otoño invierno 2023
En una edición de Moda & Champagne tremendamente autorreferencial, Revista Pola se confiesa.
Trips.
Se llaman trips, como un viaje o un tropiezo en inglés. Hace varios días que estos insectos, minúsculos y negros como los restos de grafito que caen de un sacapuntas al afilar un lápiz, pululan por Buenos Aires. Dicen los medios que son producto de la sequía, que vienen del campo, que dañan, particularmente, los cultivos de cannabis domésticos, que son una plaga.
Descubrí su existencia cuando, empapada de sudor por el calor de la ciudad un viernes a las cinco de la tarde, corría por el estacionamiento de Obras Sanitarias con un bolso cargado y unos tacos de diez centímetros y empecé a sentir picazón en el brazo derecho. Sobre mi piel, como una capa uniforme de semillas de amapola, estaban los trips. Me los saqué de encima desesperada, sintiéndome parte de un episodio alucinatorio pero sin tiempo para preocuparme demasiado, y entré al estadio.
En un recital que, según Youtube, data del año 2000 —tenía dos años— y fue transmitido por Telefe, Charly García, de camisa, camina sobre un escenario ubicado en algún lugar del interior de ese recinto en el que hoy hay una pasarela. En el minuto 6:37 un reflector lo ilumina y, con el bigote bicolor resplandeciendo detrás del micrófono, canta: “A veces estoy tan bien, estoy tan down / Calambres en el alma / Cada cual tiene un trip en el bocho / Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”.
Sin embargo, esta noche no es de él. Esta noche, 10 de marzo de 2023, es la quinta y última noche de BAFWEEK, la semana de la moda de Buenos Aires, que finaliza con el show de Kosiuko. Y si bien volveremos a Charly en unos instantes, considero que esta es una historia que amerita ser contada desde el final con el objetivo de llegar, trabajosamente, a su inicio. En Viaje a la semilla, el escritor cubano-francés Alejo Carpentier relata la historia de una vida a la inversa, de la muerte al vientre materno, materializando una concepción del tiempo no lineal que se opone a la cosmovisión europea. Lo que quiero decir con esto es que un evento latinoamericano necesita una narrativa latinoamericana, que esta semana no ha terminado sino que ha dejado de empezar.
Ahora bien, cabe hacer una aclaración respecto a la precisión de este relato: esta es una crónica de la posverdad. Primero, porque asistí únicamente a cuatro desfiles, uno de ellos en el metaverso; segundo, porque basé gran parte de mis apreciaciones sobre lo que pude ver a través del filtro de las redes sociales —en esa nota, que no haya una divulgación sistemática de fotografías de BAFWEEK es absurdo y debería hacerse cuanto antes, independientemente de la forma en la que se conciba el tiempo, porque es democrático sin costar prácticamente nada y aumentaría la divulgación orgánica—; tercero, y más importante, porque considero innecesario replicar lo ya publicado y prefiero concentrar mis esfuerzos en las percepciones y emociones que suscitaron en mí y en la audiencia digital aquello que no fue dicho. O sea, básicamente voy a hacer las cosas mal pero el que avisa...
Hacia el final de la semana, quince eventos y el trabajo y sueños de miles de personas después, solo hay una certeza: la gente está enojada. La gente está enojada por la falta de diversidad — si bien Kosiuko, Sadaels, Traj, Revolver y Bolivia fueron las marcas que tuvieron alguna consideración por esto, se trata de un fenómeno de proporciones globales que traspasa nuestra contingencia, es decir, es algo aún más grave—, por no poder asistir a los desfiles, porque los únicos que van son los falsos, frívolos, burros, sobrevalorados, caretas de los influencers, porque es de mal gusto chapar (¿¡por qué chapan dos mujeres y no dos hombres!?), porque la ropa es linda pero es cara, porque la ropa es fea y encima es cara, porque hace calor, porque no hay oportunidades, porque nadie hace nada para que dejen de estar enojados. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cuándo no está enojada la gente, yo incluida? ¿cuándo no son siempre los enojados los que tienen algo para decir? ¿habrá por cada enojado, cinco personas contentas? ¿o diez? ¿o ninguna?
Debajo de las fotos de la cuenta oficial de BAFWEEK, entre varios comentarios obvios con muchos emojis de corazones, y fuegos, y números 100 en rojo, y estrellas fugaces, y frases con lugares comunes, la gente está enojada. Y está muy bien que lo estén. No porque tengan siempre razón (¿quién tuvo alguna vez la razón? ¿yo? jamás) ni porque estén eligiendo el medio apropiado, sino porque llamaron mi —nuestra— atención. Hablen, los escuchamos.
La moda y su industria existen en constante tensión, siendo el tira y afloje entre el deseo y la inclusión uno de sus conflictos fundamentales. Dicho sencillamente: por lo general, aunque no en todos los casos, las personas quieren lo que aquellos que aspiran a ser tienen y una distribución más allá de ese grupo de referencia tiende, aunque no en todos los casos, a anular ese efecto. El deseo de ser, de parecer y de pertenecer se desprende del vestir en todas sus manifestaciones: hasta el Siddhartha de Herman Hesse, eremita por excelencia, nos dice algo con sus elecciones. Ser anti todo también es ser algo: la nada. Y elegir la nada es elegir algo. En conclusión: un lío.
A lo que voy con este razonamiento tan entreverado, es que, y yendo a los particulares de las quejas por la imposibilidad de asistir a los eventos de Bafweek sin ser famoso, periodista o un estúpido influencer, lo que hay que considerar es el equilibrio que tiene que alcanzar una marca para lograr acomodar a millones de invitados (suponiendo que el costo de eso no fuera equivalente al infinito y me atrevo a decir que más) sin diluir su identidad, lo que quiere comunicar y no arruinar la experiencia general del encuentro.
Además, me parece importante remarcar tres cosas: a) se trata de un desfile y no de una obra de teatro (que es la alternativa que recomiendo a la gente que piensa que la idea de presentar una colección es sencillamente hacer un show con personas que usan ropa y bajo ningún concepto se trate de construir una marca, hacer publicidad y, si todo sale bien, eventualmente vender prendas, entre otras cosas); b) los invitados son tan parte del espectáculo como la ropa y la puesta en escena: todos ellos cumplen algún tipo de rol, es decir, algo tuvieron que hacer para que los inviten aunque ese algo sea nacer hijo de alguien (la alternativa ideal, el resto de los casos por lo general se trata de trabajar muchísimo); y c) no es un derecho fundamental del porteño y del bonaerense asistir a un desfile (¿alguien puede pensar en las personas que no son de Buenos Aires, por favor?).
Todo esto no implica que la selección de invitados sea perfecta —no lo es—, que esté en contra de abrir las puertas de la moda —no lo estoy—, que no sea una experiencia educativa y enriquecedora para todos —lo es—, sino que es reduccionista pensar que la moda, que aparentemente está compuesta por un grupo de desgraciados, no te quiere invitar. Suponiendo que no hubiese una clara limitación económica y, en consecuencia, de capacidad, sí pienso que BAFWEEK debería ser más democrática —siempre lo fue— y que eso tiene que realizarse de manera organizada. En esta edición, si se habla de una inclusión efectiva del público, Kosiuko se lleva todos los laureles.
El voluntarismo y la falta de orden también llevan a resultados no muy agradables: no fueron pocas las personas que me escribieron con quejas sobre la espera de entre dos y tres horas que tuvo lugar el lunes en la entrada del Centro Cultural Recoleta para los desfiles de autor —Traj, Clara Pinto y Bruno Giordano— con treinta y cinco grados de calor. La forma de resolverlo es simple: reservar entradas de manera tal que se respete la capacidad y se evite, así, la incertidumbre. O tal vez no sea tan simple pero estoy segura de que alguien tiene una solución. Y acá voy a caer en algo muy Kung Fu Panda pero ¡hay bien en el mal! Este desfile improvisado —el anti BAFWEEK— es prueba de ello ¿La gente está enojada? Sí. Hablen, los escuchamos.
Por otra parte, tengo una certeza tremendamente infundada sobre que el odio incontrolable a los influencers proviene de que son las únicas personas visibles que están como patos sentados listas para ser atacadas. No voy a hacer un alegato en defensa de los influencers porque tampoco somos miembros de Médicos sin Fronteras —si hasta a ellos los atacan que están en zonas de conflicto salvando vidas…—, solo quiero remarcar, en representación del gremio inexistente de los influencers, que gran parte de nosotros los escucha y queremos, al igual que ustedes, que la industria de la moda argentina crezca y evolucione para mejor. Así, luego de varias peleas en Twitter y mensajes privados sorprendentemente agresivos, todos fueron felices y comieron perdices.
O no, y podemos seguir peleándonos por siempre como han hecho todas las personas a lo largo de la historia. El clásico trench de Burberry nació para ser usado en las trincheras de la Primera Guerra Mundial: saquémosle el jugo y veamos qué sale. Y acá, como les prometí, aparece Charly García otra vez: “cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”.
Notas de BAFWEEK otoño invierno 2023
Detalles, sutileza, sofisticación. Prendas inteligentes.
El trabajo de los géneros (!!!)
No logro comprender el sentido de la colección pero individualmente hay unos cuantos ítems perfectos ¡Me canto el vestido de la foto!
Habla muchísimo de ella misma: encontrar un lenguaje así es, de por sí, un éxito.
¿A quién se le ocurre usar fieltro de esa manera? Texturas, estampas, color: mas-ti-ca-ble.
Necesito esos zapatos (!!!)
Excelente estilismo, el real total look.
Les dejo la marca de accesorios que utilizó porque son un hallazgo.
El estilismo de Joaco Díaz aporta mucho a darle un giro a una marca con un producto, en el mejor de los sentidos, usable y obvio.
Las faldas estampadas son un hit.
Genios del marketing.
El recurso del obelisco fue muy desaprovechado.
El metaverso es un tema aparte del que desearía explorar en otra edición. A grandes rasgos: libertad, expresividad, democratización.
Una gran experiencia el estar en el propio espacio virtual y probar las prendas de AR, el desfile en sí fue un poco confuso.
Es Mishka. Me gusta y está muy bien. Nada más para decir.
Un estilismo torpe, atragantado, que arruinó la intención inicial de la marca que era muy noble. Me perdí en el ruido.
Me comentaron que hizo muchísimo calor (al igual que en todos los otros desfiles pero en este particularmente): ¡a tener en cuenta para próximas ediciones!
Un evento de intercambio de prendas. Recurso y espacio desaprovechados: me huele a publicidad sin el compromiso de transmitir plenamente el mensaje de la circularidad y la sustentabilidad.
¿Y si presentan una colección de upcycling? ¿Colaboraciones con diseñadores? ¿Con marcas? El cielo es el límite.
Cool. Representa a un estilo de persona que todos conocemos y estuvo, en algunos looks, muy bien caracterizada y en otros se quedó corta.
Básicos que existen en función de lo que hay a su alrededor. Reales.
Excelente casting. Variedad, frescura.
El Museo de Ciencias Naturales una locación inexplorada de la ciudad. Gran elección.
No sé cómo expresar lo que pienso pero no me puedo imaginar algo más blanco que esta colección y esta marca, ¿se entiende?
¿Una especie de Isabel Marant chacarera? Espíritu José Ignacio: hay una audiencia para eso, pero no soy yo.
¡Lo gauchesco y lo teatral tuvieron un hijo y se llama Sadaels!
Foco particular en bodies y abrigos, hay un top con un horsebit (¿alguien por favor me dice la traducción?)
La experiencia me hizo inmensamente feliz y eso no me lo roba nadie.
No obstante, noto mucho descontento con el modo en el que se utilizaron los elementos populares (el colectivo, la cumbia, el choripan) de manera superficial. Ahondaría en el concepto, pero es una gran dirección. Siempre del lado de la patria.
Excelente casting. Diversidad en todos los sentidos, una verdadera celebración.
El abrigo multicolor y el look estampado de la foto (!!!)
Una oda a los géneros, a la técnica, a su trabajo, a la experimentalidad. Una paleta perfecta y prendas interesantes que no dejan de ser inteligentes y usables.
Abierto y enfocado 100% en la ropa: un acierto.
La música (!!!)
Hermoso clima y ambiente.
Su abrigo de leopardo de piel y su tapado de denim violeta están entre las mejores prendas de BAFWEEK. Todo lo que tiene transparencias también.
Un ícono argentino. 30 años y contando. Es una marca admirable.
Hice un vlog que me gustó. Eso no es importante para ustedes, pero sí lo es para mí.
Eso es todo por hoy ¿Dudas, consultas, comentarios? Te leo en Instagram, Twitter o via mail en pola@revistapola.com
siempre tan genia pola...las palabras justas para expresar lo que muchos pensamos
admiro tantoo tu trabajoo